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Las lenguas extintas o muertas son las lenguas que no tienen hablantes nativos. Un ejemplo es el latín, que lleva considerado como lengua muerta durante cientos de años.

Las lenguas pueden morir por diferentes razones, por ejemplo, pueden ser reemplazadas: el copto fue reemplazado por el árabe y muchas lenguas de los indígenas americanos se reemplazaron por lenguas como el inglés, el francés, el español o el portugués desde finales del siglo XV.


Las lenguas también pueden desarrollarse por sí solas o también pueden fusionarse unas con otras, dando lugar con el tiempo a nuevos dialectos o lenguas. Estas nuevas lenguas pueden estar relacionadas con una lengua totalmente distinta (o grupos de lenguas). Los vínculos latinos con el español y el italiano son un claro ejemplo.

¿Lenguas extintas… o perdidas?

De manera similar, el sánscrito es el precursor de muchas lenguas indoarias: hindi, nepalí, bengalí, romaní y muchas otras. De la misma forma, el inglés antiguo es el predecesor del inglés de hoy en día.

Corre el rumor de que en algún lugar de la India existe una pequeña población llamada Mathoor donde los niños aún hablan en sánscrito.

Las lenguas muertas se conocen por su uso en distintos campos como el científico, legal o el religioso. El sánscrito, el latín, el antiguo eslavo, el persa, el copto, el tibetano antiguo, y el Ge’ez son algunas de las muchas lenguas utilizadas por la iglesia.

Las lenguas que cuentan con hablantes nativos se llaman «lenguas vivas». Los etnólogos afirman que actualmente existen 6,912 lenguas vivas.

El hebreo es un ejemplo de lengua litúrgica previamente extinta, pero en este caso la lengua ha sido «revivida» y ahora vuelve a ser una lengua viva. Últimamente se han intentado revivir más lenguas extintas como el celta, el manés o el córnico. Hasta el momento, no se puede afirmar si los intentos han dado sus frutos o si es siquiera posible hacer algo así.

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